lunes, 11 de junio de 2012

ARTÍCULO: El programa de conservación en el Museo


EL PROGRAMA DE CONSERVACIÓN EN EL MUSEO: CONSERVACIÓN PREVENTIVA, CONSERVACIÓN EN MOVIMIENTOS, CONSERVACIÓN EN ALMACENES Y ESPACIOS EXPOSITIVOS
por Ramón Ferreres 
El presente artículo forma parte del proyecto final realizado para el curso de Museología de la Universidad de Alcalá de Henares.
La fuente de información principal son los materiales didácticos facilitados por la universidad para el seguimiento del curso.

            El programa de conservación en el museo tiene como objetivo preservar la integridad física de los bienes culturales. Para llevar a cabo esta tarea, imprescindible para que nuestro Patrimonio Cultural perdure, se utilizan dos herramientas complementarias entre sí: la conservación preventiva y la restauración. La diferencia entre ambas radica principalmente en el momento en que se lleva  a cabo y los instrumentos. La conservación preventiva consiste en concebir y planificar sistemas y procedimientos de forma eficaz, para aumentar la esperanza de vida de los objetos, anticipándose al deterioro de éstos. La restauración consiste en una intervención puntual y extraordinaria sobre un objeto para detener un proceso de deterioro, modificando así parte de su materia. Como vemos en estas definiciones las diferencias son obvias. Mientras que la restauración se lleva a cabo en un momento puntual y determinado, la conservación preventiva empieza antes y ha de evitar en lo posible, o al menos dilatar, la restauración, así como volver a ponerse en marcha una vez finalizado el proceso de restauración. Otra diferencia entre ambas radica en que mientras la restauración es extraordinaria, es decir, no se da de forma habitual; la conservación preventiva ha de estar siempre presente para ser efectiva y por ello requiere que se impliquen en ella diferentes departamentos, dándose en el contexto de todas las funciones del museo como pauta de comportamiento. Para ser efectiva, debe estar integrada en el museo como sistema e interrelacionarse con el resto de las funciones.
De todo lo expuesto hasta ahora, podemos entender como el Código Deontológico del ICOM, determina que la conservación preventiva ha de primar sobre las intervenciones de restauración. Siempre es mejor prevenir que curar. En este sentido la prevención correspondería a la conservación y la curación a la restauración.

            Acabamos de ver como actualmente entendemos conservación en el contexto de museo como sistema. Es por ello que implica no solo factores ambientales, sino también afecta a diferentes procesos en los que intervienen, o deberían intervenir, diferentes funciones y departamentos. Estos procesos son la manipulación, el transporte y embalaje, el almacenamiento o los materiales usados en el montaje de las exposiciones. No siempre ha sido así. De hecho hasta mediados de los años 80 se reduce únicamente proteger a los piezas de los factores ambientales. Y antes de los 80, ni siquiera eso, simplemente se limitaba a “poner a buen recaudo” los objetos.
La conservación preventiva se extiende, por tanto, a la conservación en movimientos, en almacenes y en espacios expositivos. Lógicamente, y dado que todas las funciones están interrelacionadas, afectará a todas las áreas y funciones del museo: documentación, investigación, conservación y difusión. Y es que muchas causas de deterioro son de carácter extrínseco humano, como veremos. Éstas son las más fáciles de prevenir. Basta con que las medidas de prevención en este sentido, se conviertan en un hábito de trabajo y una pauta de comportamiento que todos los trabajadores del museo deben conocer y  asumir con naturalidad, sin que sea vista como un potencial impedimento para el normal desarrollo de su trabajo.

            La conservación preventiva lógicamente ha de conocer las causas del deterioro para prevenirlas, ya que solo así podrá evitarlas. Los factores son de diversa índole. A algunos de ellos ya hemos hecho referencia. Ahora pasaremos a enumerarlos todos. Los factores son intrínsecos o endógenos cuando son causados por la degradación natural de la materia de la que se componen y de los procesos y técnicas empleados para su fabricación. Hablamos de factores extrínsecos o exógenos cuando son causados por los agentes del entorno. Los primeros han de ser tenidos en cuenta en tanto que los hacen más o menos resistentes respecto a los segundos. Por ello nos centraremos en los extrínsecos. Los factores extrínsecos, a su vez,  pueden dividirse en ambientales o antrópicos. Los ambientales son los más tradicionales como la temperatura, la humedad relativa, la luz, la contaminación y el biodeterioro. Nos hemos referido a ellos anteriormente como los únicos que se tenían en cuenta con anterioridad a la década de los 80.  Los humanos - también llamados antrópicos - se derivan tanto de la manipulación incorrecta de las piezas, como por la incompatibilidad con los materiales próximos. Como ya hemos comentado, debido a su naturaleza humana son relativamente fáciles de prevenir siguiendo unas pautas. En especial, los que se derivan de la incorrecta manipulación de las piezas, como veremos a continuación.

            La conservación preventiva en movimientos está sometida principalmente a peligros de carácter antrópico y dentro de éstos, a los que hacen referencia a la incorrecta manipulación de las piezas. Los movimientos en el museo son de diversos tipos: internos y externos. Los internos son los que se hacen dentro del mismo museo: objetos para ser fotografiados o investigados, el paso de la exposición al almacén y viceversa, etc. Por riesgos en movimientos entendemos, además de la manipulación, también aquellos derivados del embalaje y el trasporte asociados a los movimientos externos y que pueden deberse tanto a objetos que salen hacia una exposición temporal, como que salen para ser tratados hacia un laboratorio de restauración externo.
Los riesgos en movimientos, ya sean debidos a la manipulación, el embalaje o el transporte, pueden prevenirse aplicando una técnica y una actitud correcta. Ambas se limitan en buena parte a la aplicación del sentido común y la prudencia. Utilizar una indumentaria adecuada, despejar el camino que vamos a recorrer con las piezas, no coger los objetos por sus partes salientes y otros muchos consejos, que no por ser tan obvios se aplican con asiduidad.
El resto de riesgos también están presentes en la conservación en movimientos aunque en mucha menor medida. Puntualmente se pueden dar riesgos ambientales si, por ejemplo, el transporte que va a llevar a cabo el traslado de una pieza no cuenta con las condiciones ambientales adecuadas (temperatura, humedad relativa, etc...). En un sentido similar, puede darse riesgo de carácter antrópico por incompatibilidad  con materiales próximos, si en el embalaje de la pieza se han utilizado materiales perjudiciales para ésta.

La conservación preventiva en almacenes y espacios expositivos, en cambio, está sometida a todo tipo de riesgos extrínsecos tanto ambientales como antrópicos -ya se deban a materiales próximos o a los derivados de la manipulación-.
Las pautas a seguir en riesgos antrópicos derivados de la manipulación son los mismos que se aplican a la conservación en movimientos.
Los riesgos ambientales pueden prevenirse manteniendo la temperatura y la humedad relativa en unos límites estables, utilizando sistemas de iluminación que no dañen a la pieza, etc.. En este sentido, hay que tener muy en cuenta los factores intrínsecos o endógenos, ya que de la técnica empleada para su fabricación, y sobre todo de las características del material de que estén compuestos, dependerán las medidas a tomar para prevenir los riesgos ambientales. Del mismo modo, también tendrán que ser tenidos en cuenta, aunque en menor medida, para prevenir los riesgos antrópicos derivados de los materiales próximos.
Los riesgos antrópicos asociados a los materiales próximos comprenden todos aquellos materiales utilizados para la construcción de las salas de almacenamiento y exposición, así como las vitrinas que contienen las piezas de las exposiciones permanentes y temporales o los soportes de almacenamiento -mobiliario- de los almacenes. Las alteraciones pueden ser de tipo químico al emanarse ciertos componentes de los materiales de que este fabricada la vitrina o el soporte. El material de éstos también puede producir alteraciones físicas tales como arañazos o abrasiones.

           
            Pero el programa de conservación en el museo va mucho más allá de estas pautas de comportamiento y prevención. Es igual de importante, para una correcta conservación, la planificación y la coordinación. En ello, no está implicado solamente el departamento de conservación, sino todos los departamentos del museo, como veremos a continuación:

La correcta conservación en almacenes, por ejemplo, es una muestra de la importancia de la planificación previa y como han de ponerse de acuerdo diferentes departamentos. Los departamentos de Conservación, Documentación e Investigación deben coordinarse para establecer los protocolos de diferentes procesos: colocación, siglado, documentación e incluso la utilización más adecuada de los espacios en el almacén. Los criterios para ordenar y distribuir los fondos han de establecerse entre estos tres departamentos, ya que afectan a las funciones que han de llevar a cabo todos estos departamentos. No solo interviene el de conservación, cuya intervención es lógica ya que es el que más conoce las características medioambientales del almacén. Pero hay que tener en cuenta que éste no es este el único factor que influye en una correcta conservación preventiva; también es necesario que el Departamento de Investigación informe, por ejemplo, del nivel de investigación al que están sometidos los diferentes objetos; o el de documentación que sabrá mejor que nadie la situación administrativa de cada pieza. Esto nos servirá para no tener que hacer movimientos innecesarios de algunas piezas dentro del almacén, con lo que minimizaremos los riesgos que puedan sufrir en futuros procesos. Para esto es clave que el archivo topográfico esté al día, ya que contiene la ubicación de los objetos en el almacén y en las salas, lo que facilitará la tarea de movimiento de los objetos que realiza el departamento de Conservación. Otra herramienta fundamental para la prevención de riesgos es el boletín de desplazamiento que permitirá a todos los profesionales de los distintos departamentos localizar los objetos rápidamente. Y es de gran importancia debido a la gran cantidad de movimientos a los que están sometidas las piezas en la actualidad.
Todo lo referente a topográfico y al movimiento de fondos debe ser llevado a cabo por los departamentos de Documentación y Conservación de forma coordinada.
La aportación del departamento de Investigación, no se reduce a colaborar con el de Documentación y Conservación para los protocolos de almacén, a los que acabamos de hacer referencia. Los investigadores, ya sean internos o externos, deben delimitar su objeto de estudio ya que en caso de que su investigación se encuentre todavía en una fase preliminar, habrán de conformarse con documentación de archivo hasta que haya concretado su objeto de estudio. Llegado ese momento, su contacto con los objetos deberá atenerse a las normas de manipulación que haya establecido para tal caso el departamento de Conservación. Deben contar siempre con el personal de conservación para llevar a cabo ciertos procesos de manipulación, como tests fisico-químicos de identificación de materiales o cualquier proceso que comporte el desmantelamiento de piezas.
Hasta ahora no hemos hecho referencia al departamento de Difusión, pero éste también tiene un papel clave en la conservación preventiva. En primer lugar deberá velar por la conservación a la hora de elaborar el diseño expositivo de las exposiciones optando por los materiales más adecuados y por una correcta distribución de los espacios expositivos. Además el departamento de difusión es el responsable de elaborar el material didáctico tanto destinado a la sensibilización del público, como a la concienciación y reciclaje del personal del museo. El público debe ser también partícipe de la conservación. Es por eso, que el departamento de difusión - ya sea a través de actividades, publicaciones o mediante los soportes expositivos – deberá concienciar al público sobre la actitud a seguir para preservar y conservar el Patrimonio Histórico.

La elección de los equipamientos y sistemas de los materiales y soportes empleados para los equipamientos y sistemas de  los almacenes y los espacios expositivos permanentes es clave, como hemos visto, para una correcta conservación preventiva. Es una tarea que requiere de mucho tiempo para valorar y valorar los diferentes materiales y su interacción con las piezas. En esta tarea, como en las anteriores, deben estar implicados los diferentes departamentos del museo, así como agentes externos (la empresa fabricante y/o la instaladora). El principio a seguir en este aspecto es bien sencillo: se debe optar por la sencillez y la funcionalidad,   que permitan la seguridad y la estabilidad,  huyendo de la sofisticación y de los elevados costes. Esta misión es fácil de cumplir en los almacenes, pero más complicado en los espacios expositivos permanentes, ya que se suelen optar por una cierta sofisticación para colmar los objetivos de marketing y de fidelización del público; olvidándose entonces de la seguridad y estabilidad que requiere una correcta conservación de las piezas en estos espacios. Es en este punto en el que es necesaria la comunicación y la claridad de objetivos entre los distintos agentes implicados.
Esto es aún más difícil en los espacios expositivos correspondientes a las exposiciones temporales. Aquí es más complicado que en la colección permanente, el no caer en la sofisticación y los montajes impactantes. Aquí es necesario más que en ningún otro caso la colaboración entre el departamento de Conservación y el de Difusión para que el impacto de la exposición y su accesibilidad intelectual no entren en conflicto con la política de conservación de la institución. Aunque es cierto que podemos elegir materiales más baratos para el montaje como las vitrinas, ya que su vida útil será por un espacio corto de tiempo, no podemos hacer lo mismo en lo que se refiere a sistemas de iluminación que puede dañar en poco tiempo los objetos expuestos. Es más correcto optar por un sistema de iluminación que no va a dañar a los objetos, que optar por uno muy espectacular, que pueda acabar por comprometer la esperanza de vida de las piezas expuestas.
Los peligros en los espacios expositivos correspondientes a exposiciones temporales no se reducen al montaje de los soportes. Los peligros en este aspecto son múltiples debido a la rapidez con que deben montarse.  No siempre se dedica el tiempo suficiente a tareas, a las que nos hemos ya referido, que son claves para la correcta conservación de la pieza: el embalaje, la planificación de los soportes de las piezas expuestas, la adecuada elección del medio de transporte elegido para trasladar las piezas, despejar el camino dentro del que vayamos a recorrer con las piezas, etc. Poco pueden hacer en este sentido los diferentes departamentos. Y es que no todo está dicho, a día de hoy, en materia de conservación. Al ser el museo una institución en constante evolución, cada vez con una mayor complejidad e interrelación entre sus funciones, surgen constantemente nuevo campos en los que trabajar. El último, en materia de conservación, son las exposiciones temporales.

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