ESTUDIOS DE PÚBLICO Y EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE MUSEO
por Ramón Ferreres
El presente artículo forma parte del
proyecto final realizado para el curso de Museología de la Universidad de
Alcalá de Henares.
La fuente de información principal son
los materiales didácticos facilitados por la Universidad para el seguimiento del
curso.
Los estudios de público no
hacen su aparición hasta hace muy poco, en un estadio muy reciente en la evolución
conceptual del museo. Si repasamos la evolución de éste, entenderemos porque
aparecen en una etapa tan tardía. No podemos pensar que el museo ha existido
siempre tal y como lo conocemos actualmente. Su finalidad y objetivos han ido
cambiando conforme ha evolucionado la sociedad. Como tantas otras instituciones
culturales, sociales y educativas ha ido adaptándose a los cambios históricos y
sociales. Es por este hecho, que los cambios en su finalidad, actividades y
funciones nos permiten conocer los diferentes estadios evolutivos por los que
ha pasado en museo como institución.
Hasta que los museos no
superaron su finalidad científica, en la década de los 70, de la mano de la
Nueva Museología, los estudios de publico no tenían demasiado sentido ya que el
museo aún está demasiado centrado en la investigación. La difusión y su acceso
abierto a la mayoría de la sociedad aún no existían. Esto no significa que los
museos no cumplieran, ya por aquel entonces, una finalidad social. Si que lo
hacen al acopiar, conservar y investigar nuestro patrimonio, pero no tienen en
cuenta otros factores como comunicar el sentido de las colecciones, para
hacerlos accesibles al gran público. El acceso público siempre ha
existido. Lo que ha cambiado, como
explicaremos detalladamente a continuación, es tanto el perfil y
características de ese público, como la abundancia de ese público. Estos dos
factores determinarán, como veremos, desde las formas y estrategias
comunicativas hasta la evolución de los sistemas y los lenguajes expositivos,
cambiando así la tradicional relación entre piezas y público.
Podemos definir los estudios
de público como procesos que nos permiten obtener información sobre los
visitantes de los museos con la finalidad de aumentar la eficacia de la comunicación
que queremos establecer con nuestros visitantes, y por ende, su grado de
satisfacción. Solo así podremos saber si los museos cumplen con su finalidad
social. Existen 2 clases de estudios de público: los Análisis de Público y las
Evaluaciones de las exposiciones. Los primeros definen nuestro público
potencial y nos ayudan a conocer sus características y necesidades, lo que nos
permite llevar a cabo, entre otras cosas, exposiciones accesibles
intelectualmente para todo tipo de público. Las evaluaciones, por su lado, se
centran en valorar la comprensión y eficacia del discurso expositivo empleado.
Ambos, como vemos, son
complementarios ya que las evaluaciones nos permitirán reconocer si se han
satisfecho, a diferentes niveles, las expectativas del visitante, lo que
llevará a hacer de nuevo análisis de público, para mejorar las deficiencias
observadas en las evaluaciones.
Repasemos ahora
detalladamente los diferentes estadios por los que ha pasado el museo como
institución, y su distinta relación con el público, en cada uno de ellos.
Fueron más de dos siglos en
los que la conexión con el museo del público, iba dirigida a un sector muy
pequeño de la sociedad. Durante una primera etapa, conocida como museo de
actividades (1713-1951), el museo, a pesar de proclamar su acceso público, no
deja de ser un reducto de eruditos y especialistas, a pesar de que con el paso
del tiempo y con la proliferación de los estados liberales se observa una lenta
y gradual apertura al público y una voluntad de educar al conjunto de la
población. Una explicación a esta coyuntura, tanto la lentitud del proceso de
apertura al público como su poco éxito alcanzado en este sentido, es que el
museo es considerado eminentemente un centro de investigación. Es la
investigación el eje en torno al que giran todas las funciones del museo.
Tampoco se observa una ruptura a esta tendencia, en una segunda etapa,
1951-1971, en la que el museo, de la mano de Rivière, pasa a ser concebido como
un sistema autónomo de funciones en el que a pesar de que las diferentes
funciones están íntimamente ligadas, la investigación científica sigue siendo
la función básica, y las piezas exhibidas en el museo, las únicas
protagonistas. Para el primer Rivière, la investigación es la base. De este
modo, si se resiente, lo harán el resto de funciones del museo, ya que es la
que las articula.
Como comentábamos al
principio, no es hasta la década de los 70 que se abre una puerta,
suficientemente amplia, para acoger al conjunto de la sociedad en el museo. Es
a partir de entonces, que tanto las piezas como el público se redefinen en el
lugar que habían ocupado históricamente. Las primeras dejan de verse como un
ente estrictamente material para convertirse en comunicadoras de la realidad. Y
el público, en un sentido similar, pasa a ser un agente activo de un museo que
deja de ser un sistema autónomo, vertebrado a partir de la investigación, para
convertirse en una institución al servicio del desarrollo social. Es ahora
cuando el público se sitúa al mismo nivel que las piezas expuestas. La
finalidad del museo pasa ahora a ser social, al servicio de ésta y de su
desarrollo. El mismo Rivière fue consciente de ello, como reflejan sus últimas
definiciones de la institución museal.
Esta apertura del museo al
gran público requiere conocer a éste. Sus características, necesidades y
opiniones. Una de las mejores formas de conseguirlo es a través de los estudios
de público. A partir de ahora será el público, el que pasará a determinar las
actividades del museo, permitiéndole alcanzar así su nueva finalidad social. El
museo deja de ser un sistema autónomo de funciones en que éstas son, en sí
mismas, un objetivo. Ahora la finalidad social determina cada una de las
funciones.
Podríamos llegar incluso a
decir que, en cierta manera, los estudios de público fueron los causantes de la
muerte del modelo de museo científico autónomo en el sentido que mostraron que
la nueva concepción de museo, caracterizado fundamentalmente por el nuevo papel
de la difusión dentro del museo, debía considerar los intereses y conocimientos
previos del público y para ello se requería la aplicación de diferentes
disciplinas – psicología, semiótica, ciencias del texto, teoría de la
comunicación – que el conservador científico polifacético del modelo de Rivière
es incapaz de llevar a cabo. Los estudios de público ponen en evidencia, en
este sentido, los límites del modelo.
No solo se desarrollaron y
fueron necesarias las nuevas disciplinas que acabamos de mencionar. La apertura
del los museos al público también supuso que se desarrollaran otras
disciplinas, tales como la iluminación, la conservación preventiva, nuevas
medidas de seguridad, la accesibilidad a diferentes niveles, etc.
No obstante, hay que
reconocer la labor de Rivière y su concepción museológica, ya que es el primero
que propuso coordinar las funciones en un sistema. No obstante, la evolución
“natural” de la disciplina, hizo cambiar la finalidad - de científica a social-
y esto supuso la aparición de funciones como la difusión, en una interrelación
diferente. La investigación era la base y ahora mas bien lo es la difusión.
Como ya hemos apuntado, el peso de las diferentes funciones también ha ido
cambiando con el paso del tiempo. Ahora la investigación ya no es la única
función importante. De hecho, las funciones nos permiten también conocer la
evolución histórica del museo. Las funciones que observamos en el museo en la
actualidad se han ido incorporando paralelamente a sus cambios en la finalidad
y a su adaptación a la nueva coyuntura. Las primeras funciones eran el acopio y
la conservación. Luego investigación y documentación, y por último la difusión.
Desde la Ilustración ya estaban todas, pero en proporción diferente a la actual
y con diferente importancia.
Como hemos visto, el museo
es el reflejo de la época en la que vivimos. Por ejemplo, durante el siglo XVIII reflejaba la tendencia
al empirismo propia de la época de la Ilustración. Durante el siglo XIX sucede
lo mismo y es reflejo del liberalismo imperante en tanto que el museo es un
centro simbólico representativo de este nuevo modelo de estado, que aboga por
dar a conocer los avances científicos para la educación de la población. En la actualidad esta relación de espejo, si
es que podemos llamarla así, sigue presente. Ahora el museo obviamente ya no es
un reflejo de la del liberalismo del XIX sino el reflejo de una sociedad cada
vez más competitiva, en la que priman la consecución de los objetivos y la
rentabilidad. Una rentabilidad que no hemos de entender tanto a nivel económico
–que también existe-, como a nivel social.
La evolución del concepto de
museo en los 80, consecuencia de la irrupción de los estudios de público,
demostrará como el modelo de museo científico estatal tradicional está en
crisis. Los análisis de público podrán en evidencia la incapacidad de este
modelo de museo para comunicar de forma atractiva para el gran público, el
significado de nuestro Patrimonio Histórico. Demostrará también como el museo
es incapaz de hacerse un lugar como alternativa de ocio de carácter cultural.
Esto supone un fracaso social. Este hecho afecta al perfil requerido por los
profesionales de los museos. Hasta los años 80, se requería un profesional con
una formación de carácter polifacético y condicionado por su formación
científica, que aborda el resto de funciones en la misma linea que Rivière, es
decir, subordinándolas a la investigación. Actualmente esta formación
científica ha perdido importancia. Se necesitan especialistas en determinados
campos museográficos y con una base generalista en museología.
En un sentido similar, la
irrupción del neoliberalismo supuso una disminución de fondos procedentes de
las arcas públicas hacia los museos. Este hecho hace que pase a demandarse cada
vez más un profesional que gestione el museo como una empresa de servicios y
que aplique una mayor interdisciplinariedad en los métodos empleados. Ahora
priman los métodos de gestión empresarial en el museo y los planes estratégicos
y de marketing. Esta rentabilidad se mide con el público. De ahí la importancia
de los estudios de publico en el estadio actual del museo. Actualmente los
estudios de público y otras políticas de marketing están cada vez más
presentes. Cada vez más los museos optan por espectaculares exposiciones
temporales, que tendrán una mayor atracción pública, como forma de atraer
patrocinadores e ingresos. Y por eso, no solo se investiga el público, también
se investigan los potenciales patrocinadores mediante estudios de mercado.
La proliferación de museos
privados, fundaciones y museos con un estatuto más independiente es una muestra
de como el tradicional concepto de museo público esta cambiando, como
consecuencia de la disminución de los fondos públicos . Éstos tienen más
libertad a la hora de conseguir sus propias formas de financiación. También cuentan
con más libertad organizativa y para poner los medios que crean necesarios para
conseguir sus objetivos. Es muchos casos, es en este tipo de museos donde los
estudios de público son tenidos más en cuenta, debido sobre todo a su mayor
necesidad de buscar nuevas fuentes de financiación.
Podemos calificar actualmente la museología como ciencia
prospectiva ya que puede cambiar sus objetivos e interrelaciones para responder
a los cambios que se produzcan en la demanda y las nuevas y cambiantes preocupaciones
sociales.
No obstante, en la
actualidad no existe un consenso absoluto respecto a la necesidad de los
estudios de público. La museología postmoderna, por ejemplo, rechaza cualquier
tipo de investigación previa. Prefiere que sea el público quien estructure el
conocimiento, sin que se le condicione a través de los diferentes discursos
expositivos empleados actualmente. Habrá que esperar para ver como esta postura
afecta a la construcción del discurso en los museos. Lo que parece claro es que
con su actitud tan radical, no se impondrá, aunque si puede hacer que se
replanteen los discursos empleados actualmente.
Para concluir, intentemos
avanzar la evolución del museo unas décadas. Siguiendo con la tendencia actual
en la evolución del museo, existe el peligro, que el creciente peso de los
estudios de público, junto con el modelo de gestión empresarial, provoque que
el museo se convirtiera en un parque temático. Hemos visto como la difusión
tiene un papel determinante en la investigación. Cabe la posibilidad de que el
hecho de querer hacer exposiciones más atractivas para el público, haga olvidar
el principio que todo discurso comunicativo en el museo ha de tener carácter
científico y cultural. Ha de educar de una forma comprensible, pero nunca obviando
los resultados de la investigación. El público que acude al museo ha de
disfrutar de los contenidos, pero comprendiéndolos y aumentando sus
conocimientos. No podemos olvidarnos nunca del contenido de la exposición en
pos de la espectacularidad y el disfrute del público. Otro peligro en este
sentido es la excesiva interactividad que podemos observar en muchos museos
actualmente. En mi opinión, las piezas, si bien deben entenderse como una forma
de conocimiento lo más ameno posible, no pueden formar parte de lo que parece
más una atracción de feria.
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